Me gusta ese concepto de escribir envuelto en el escenario sobre el que hablo, donde las palabras cobran vida propia. Ahora disfruto de uno de esos instantes en la Praza do Campo de Lugo.
Su empedrado fija el paso de viajeros y peregrinos. Uno además, puede refrescarse con los cuatro caños de su fuente, de la que emanan finos hilos de agua apenas perceptibles a mi oído. Aunque siempre puedes optar por un refrigerio más sentido y pedir una copa de vino de la tierra, acompañada por alguna tapa rica en sabores. La mía, una pequeña porción de la empanada de grelos.